IIIa. Su incursión en el teatro

Hasta hace algunos meses, mi fascinación por Alfonsina Storni fincaba en su poesía, que -entiendo- conocí en su totalidad a través de muchos años. A tal punto, que mi novela Restos (edición original de 1997) está entrelazada con esta autora y su producción poética. Pero, nuevamente por haber recuperado parte de mi tiempo con el retiro laboral, reincursioné en sus lecturas, descubriendo que en 2021 se reeditó su Teatro y su Poesía en forma completa y, en 2022, su Prosa, gracias a las investigaciones de Delfina Muschietti. Es posible que yo supiera que había escrito teatro y lo olvidara: primero, porque mis lecturas derivaron durante décadas especialmente por el área jurídica y, segundo, porque en verdad sus poesías eran mi locura. Así que me deslumbró esta nueva faceta de Alfonsina y decidí conocerla.


Testimonio de su vida y obra

En el mes de agosto, muere Alfonso Storni. Alfonsina tiene catorce años y decide que quiere trabajar fuera de casa: se emplea como aprendiz en una fábrica de gorras. Muy pronto se convierte en una de las empleadas más populares gracias a su humor chispeante. Allí se solidariza con la situación de la clase obrera y empieza a participar en movimientos que reclaman transformaciones laborales y sociales.


Por una casualidad, obtiene el papel de San Juan Evangelista en una obra de teatro presentada por la compañía de Manuel Cordero durante la Semana Santa. Paulina también participa en la misma obra con el papel de María Magdalena. A partir de entonces, madre e hija actúan esporádicamente en varias representaciones modestas de pequeñas compañías teatrales.


En marzo, Alfonsina, quien está a punto de cumplir dieciséis años, es seleccionada como actriz por la compañía del actor español José Tallaví. Así, participa en una gira que la lleva durante cinco meses por varios puntos del país, donde representan obras como Espectros, de Henrik Ibsen; La loca de la casa, de Benito Pérez Galdós; Los muertos, de Florencio Sánchez y El místico, de Santiago Rusiñol. Sin embargo, Alfonsina pronto comenzó a sentirse incómoda y nerviosa: «… casi una niña y pareciendo ya una mujer, la vida se me hizo insoportable. Aquel ambiente me ahogaba. Torcí rumbos». Se dice que cuando la compañía actuaba en Mendoza, en la sede de la Sociedad Italiana, el representante de esta asociación comenzó a acecharla obsesivamente. Cuando Talleví se enteró de la situación salió en la defensa de la muchacha e incluso se dio la intervención del juez de menores. Así, aunque la situación cesó, Alfonsina ya no se sentía dueña de su intimidad y tuvo que cambiar el compañerismo por la soledad de una habitación de hotel. Estas y otras razones —se había aburrido de la vida en caravana —pesaron lo suficiente para que Alfonsina dejara el teatro. Sin embargo, allí aprendió muchos de los secretos de la actuación, que años después ella pondrá en práctica cuando le otorguen una cátedra en el Teatro Infantil Lavardén. En agosto, Alfonsina regresa a la casa de su madre, que en ese momento reside en el pequeño pueblo santafecino de Bustinza, junto a su segundo esposo, Juan Perelli.


FUENTE: BIBLIOTECA VIRTUAL CERVANTES



En ALFONSINA STORNI – Teatro – Teatro Infantil, compilado por Delfina Muschietti y con estudio previo de Jorge Dubatti (Losada, Buenos Aires, 2021), se encuentran publicadas las siguientes piezas: El amo del mundo (1927), Cimbelina en el 1900 y pico (1931), Polixena y la cocinerita (1931) y La debilidad de Mr. Dougall (inédita hasta 1984). Se trata de obras para adultos. La misma compilación incluye sus seis comedias infantiles.



Dice Josefina Delgado (ALFONSINA STORNI, Planeta, Buenos Aires, 1990) que cuando la poetisa tenía 15 años, llegó a Rosario (donde la familia por entonces vivía) la compañía de teatro de José Tallaví, con la cual viajó durante un año por Santa Fe, Córdoba, Mendoza, Santiago del Estero y Tucumán, representando diversos papeles y, al volver, escribió su primer texto teatral, Un corazón valiente, del que no quedan rastros. Resulta que en una carta al filólogo Julio Cejador, confesó que ese ambiente teatral la ahogaba. .


Entonces me puse a pensar en esta alma tan libre, sin duda llena de cualidades teatrales, ya que desde muy niña amaba recitar (actividad que cumplió hasta el final de su vida), concurriendo para hacerlo en grandes recitales o pequeñas tertulias entre amigos y, sobre todo, en sus distintas etapas como maestra, tanto rural cuanto de niños débiles (Delgado, 67); asimismo, en espectáculos propios. Y no olvidemos que amaba cantar, primero piezas líricas y luego tangos, situaciones que sin duda haría dramatizando. Concluí, entonces, que tales cualidades declamatorias aportaron sin duda mucha agua al océano de su creatividad dramatúrgica, aunque su libertad, evidentemente, nunca más la llevó a la actividad teatral.

Alfonsina con algunas de sus alumnas

Los invito a disfrutar de esta entrevista


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