Desde 1692, cada 15 de septiembre, el pueblo de Salta se une en un vínculo sagrado con sus santos patronos tutelares, el Señor y la Virgen del Milagro. En una emotiva ceremonia que congrega a más de 850 mil fieles, la ciudadanía salteña pronuncia su Pacto de Fidelidad en un gesto de amor y esperanza.
La Fiesta del Milagro de Salta es un fenómeno que desde la cuna acaricia mi alma. Es inevitable que aún me conmuevan tres imágenes que han acompañado mi vida, mis pasos, mi fe toda: la de la Virgen de las Lágrimas, la de Nuestro Señor Jesucristo y la de Nuestra Señora del Milagro.
Y, aunque por circunstancias ajenas a mi deseo, hace mucho no sigo la Procesión del 15 de septiembre, es como si con el tiempo, la reflexión, la oración y la inmensa ternura del Señor y de su Madre -que siento en mi corazón permanentemente-, mi espíritu hubiera logrado abrirse, comprender, saber por qué los salteños los amamos tanto. Por qué decimos que Salta es tierra de fe.

En mi mediana edad, que Jung considera como la del despertar, la de la “individuación consciente”, decidí ponerme crítica y mirar el fenómeno “desde lejos”. Me pregunté si todo aquello no era fetichismo, ritualismo, formalidad. Por suerte, cuando equilibré todas aquellas dudas y demandas, me di cuenta de que, aunque para algunos pueda tratarse de “orar en público” como los fariseos, o de cumplir con un rito, la mayoría de las personas hacen la novena, van a las Misas y siguen la procesión con auténtico fervor, agradecidas, pidiendo milagros de salud, de trabajo, de paz… He aquí que todo eso me trae a la memoria, y me moviliza, las imágenes maravillosas de series y películas sobre Nuestro Señor, y sé que Él, secundado por su Madre, nuestra Madre, escucha, sana, ama, enseña, sostiene infinitamente.
Vienen peregrinos y caminantes desde todas partes, desde todo el mundo, para pedir y para agradecer… Y sé que, donde dos o más nos reunimos en el nombre de Jesús, inevitablemente está Él. Entonces, ¿comprenden, amigos queridos, que mi corazón se sienta acariciado por esta Fiesta, mientras el perfume de azahares y jazmines, propios de la Salta septembrina, llenan el ambiente de paz, de esperanza y de amor?
Los invito a regalarse un minuto de introspección, de escuchar el silencio dentro del cual Dios nos habla y, por qué no, a hacer junto con tantos prójimos que se reunirán en Salta, y conmigo, la renovación del Pacto de Fidelidad:
PUEDES DESCARGAR EL PACTO DE FIDELIDAD HACIENDO CLIC EN LA IMAGEN
En la actualidad, hace ya mucho que se ora a los Señores del Milagro por toda la nación argentina, deseando los salteños hermanarnos con todos los pueblos que la componen, porque Ellos están entretejidos con nuestra historia y nadie debe quedar excluido. En las muchas plegarias que se rezan durante el trayecto de la procesión, desde la Catedral hasta el sitio de renovación del Pacto, se invoca al pueblo argentino. Ojalá en esta oportunidad tantas expresiones de amor sean capaces de componer y rehabilitar las relaciones entre todos nosotros.
Percibo, sin embargo, que tanta energía de Amor y Luz -¡inconmensurable!- excede y trasciende nuestras fronteras y también hace nido en los corazones donde el Señor dispone… Es como si desde Salta partieran lazos invisibles y fuertes hasta incluir a toda la Tierra.
Ojalá sea así, ojalá este Milagro dé muchos, muchos frutos del
amor que tanto necesita esta humanidad.
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