
En 1921, Roberto Giusti, querido amigo de la poetisa, creó para ella una cátedra especial de Declamación en el Teatro Infantil Labardén (no entiendo por qué no Lavardén) y, en 1923, el Dr. Sagarna hizo lo propio en la Escuela Normal del Profesorado en Lenguas Vivas. Siendo así, parece lógico y natural que, siendo tan creativa, ella escribiera algunas obras de teatro infantil, de las que han llegado a nosotros seis, aunque quizás haya creado más.
El teatro infantil de Alfonsina

ALFONSINA STORNI – Teatro – Teatro Infantil
Compilado por Delfina Muschietti y con estudio previo de Jorge Dubatti
Losada, Buenos Aires, 2021
De Blanco… Negro… Blanco se dice que retomó un tema de Leopoldo Lugones, El Pierrot negro, incluido en su poemario de 1909 Lunario Sentimental, donde el escritor muestra el clásico trío amoroso Arlequín, Colombina, Pierrot. En ambas obras, es cierto, se trata de Pierrot, que cae dentro de una vasija con tintura negra y de todos sus intentos por volver a blanquearse, viajando para ello hasta la luna… Pero en Alfonsina encontramos una historia de amor, con todos sus desencuentros, entre Pierrot y Colombina. También el tema negrura / blancura, que tal vez hoy pueda mirarse desde la perspectiva de la discriminación. En su momento ella fue criticada por “copiar” al poeta cordobés, pero en alguna entrevista se defendió diciendo que la literatura clásica no es de nadie (comparto esa idea, se trata de personajes de la Commedia Dell’Arte italiana, popular a través de toda Europa entre los siglos XVI y XVIII), que su obra está en versos para niños y que tuvo en miras a sus pequeños alumnos. ¡Irrefutable!!
Pedro y Pedrito, comedia en un acto, cuenta una aventura / estratagema -diría yo-, de dos loros, una jaula y un domador…
Un sueño en el camino es una mimodrama (me suena raro el género femenino), es decir una representación hecha totalmente a través de la mímica. En ella, Alfonsina mezcla personajes, tiempos y lugares, convoca al escenario a Chaplin, Caperucita Roja, Pinocho, Cenicienta, un gigante y un enano, además de los famosos Trifón y Sisebuta, traducción del nombre de los protagonistas de la historieta Bringing Up Father (traducido en países hispanohablantes como Educando a Papá). De autoría de George McManus, la serie norteamericana vio la luz por primera vez el 12 de enero de 1913. El diario La Nación la publicó en Buenos Aires bajo el título de Pequeñas delicias de la vida conyugal, aunque se popularizó como «Trifón y Sisebuta», nombres de sus protagonistas («Pancho y Ramona» en México). Evidentemente, la autora estaba atenta a las novedades literarias, ya que pronto incorporó a estos simpáticos inmigrantes en su obra. Al ser sólo mímica, durante todo su desarrollo se oye música delicada y una pequeña canción a media voz. Incluida la de la nómina de los personajes, no supera tres páginas. Interesante obrita.
El Dios de los pájaros (Dios con mayúscula inicial) trata, en realidad, sobre la libertad, que, junto con la responsabilidad, marca un necesario contenido de enseñanza / aprendizaje para sus niños, gloriosos destinatarios.
De las seis publicadas por Losada en 2021, las que más me gustaron son dos: Jorge y su conciencia y Los degolladores de estatuas.
Jorge y su conciencia remite a un diálogo de este niño con su Conciencia. La conciencia dice ser severa pero amable, en actitud de siempre vigilarlo, pues lo quiere demasiado. Y antes de irse a dormir, repasa Jorge los actos del día, enumerando algunos muy buenos y deteniéndose en un “acto heroico”: ¡cosió un botón!! Rescato esta frase: “Señora Conciencia, piense usted: soy hombrecito, hombrecito, y he hecho una tarea de mujer…” Y la que sigue: “No se lo diga usted a nadie; se reirían de mí…”
El cierre de esta obrita de cuatro páginas refleja todo su valor en el parlamento de la Conciencia: “Bravo, bravo, Jorgito; has vencido un prejuicio, […], eres un pequeño héroe”.
El tono general del texto revela la capacidad de la dramaturga para destacar el terrible prejuicio del machismo, que afecta a toda la humanidad (sobre todo en esa época), con agradable comicidad y sin agresividad.
También me encantó Los degolladores de estatuas. Obra un tanto más larga (quince páginas), tiene tres personajes infantiles: un payasito, la Lency -es una muñeca- y un soldadito. Están ubicados en “un saloncito de niños de casa rica” y se quejan porque los humanos los tratan como esclavos, juegan con ellos y creen que no tienen alma.
Los humanos son, en este texto, las niñas Nélida y Tita, su madre y la mucama, por un lado y, por otro, un vigilante y el comisario.
Yo llamaría a esta obra comedia de enredos o algo similar: los juguetes degüellan dos estatuas y cuando los adultos regresan creen que han entrado ladrones y, a partir de allí, la acción se dinamiza y complica. Al degüello proceden después de que el soldadito propone libertarse matando a alguien, y Lency dice que sea alguien que no tenga sangre ni sufra. Del comisario rescato una frase intencionada de Alfonsina: “Las personas ricas se creen con derecho a todo”.
Esta comedia cuenta con expresiones e imágenes interesantes, que darían material muy bueno para trabajar valores con los niños. Se me ocurre que, dada la existencia de muñecos que hablan y se mueven, podría ser material para videos o dibujos animados, en definitiva, todo lo que en la actualidad la inteligencia artificial procura al arte… Sin duda, este aspecto podrían manejarlo con conocimiento de causa los artistas… A mí, las presentes lecturas me trajeron reminiscencias de la película Toy Story, que también me encantó y disfruté un montón.
Dado que hoy estas obras se hallan publicadas y al alcance de todos, tal vez no fuera mala idea incorporarlas a las clases de literatura infantil, ya que su lenguaje es apto para dicha franja etaria, además de cuidado, colorido, variado y divertido.

Alfonsina con algunas de sus alumnas.
Fotografía de Alejandro Storni
Argentina se ha visto sacudida estos días por un escándalo de literatura infanto-juvenil en escuelas y colegios públicos de la Provincia de Buenos Aires, y tuve el disgusto de escuchar por los medios de difusión trozos de escritura realmente pornográfica. Y aunque gente de fuste me considere ‘pacata’, también soy escritora y sé que esa modalidad vulgar y agresiva de expresión ayuda a promover la violencia y a empobrecer el lenguaje y, en consecuencia, el desarrollo cerebral y mental, desde las investigaciones de Inteligencia Emocional, que como otros tantos saberes reconoce el valor fundamental de la palabra, sin olvidar principios de moralidad y hasta de ética, necesarios a la educación de niños y jóvenes.
Propongo, entonces, volver un poco a Alfonsina Storni, que por algo sigue siendo una autora top, como decimos ahora.
Y me encantaría algún comentario sobre este post, porque desde el pensamiento recto también podemos trabajar por nuestra querida Argentina.
Queridos amigos, ojalá hayan disfrutado mis comentarios sobre el teatro infantil de la gran poetisa.
Y hasta aquí llego, deseando que se tienten por su lectura. Espero que pronto nos veamos.
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