Allá por los noventa, tuve el placer de ver el film norteamericano “Papá por siempre”, nombre argentino para “Mrs. Doubtfire”, protagonizado por los magníficos Robin Williams y Sally Field (actores que están entre mis preferidos).
Vi la película más de una vez, en ocasiones por televisión, de a pedazos, pero riendo desde las vísceras en cada oportunidad. Filmada en 1993 bajo la dirección de Chris Columbus, se basó en la novela de la autora británica Anne Fine, de 1987, llamada “Madame Doubtfire”. Es una comedia tan excelente, que devino éxito de taquilla en 1993, sólo superada por “Jurasic Park”.
Por esas cosas de los viajes, tiempo ha fui a recalar en la hermosa ciudad de San Francisco, donde se me ofreció la posibilidad de conocer la fachada de la casa donde había “vivido” la familia Hilliard, sobre la cual versa la película. Así que partí, bien encamperada, a la calle Steiner 2.640, esquina Broadway, Distrito Pacific Heights, y me tomé alguna foto frente al edificio, el cual ha sufrido pequeños cambios externos. Nadie espiaba tras los visillos ni entró o salió. Yo me sentí sumergida en una parte muy bella de mi vida, con treinta años menos que ahora (me río, no vale la pena llorar)… El día era espléndido; el aire cristalino y frío, el cielo sin nubes y translúcido de sol y la estampa del océano allá lejos y abajo me acariciaron el alma…
Hoy, sólo puedo sentir gratitud hacia los escritores y realizadores de esta bella obra de arte (no en vano obtuvo tantas nominaciones y premios), no sólo estéticamente significativa sino también llena de un profundo mensaje de amor.
Y siguiendo mi habitual modo de ser, me quedo pensando -tras relatar esta miniaventura- en la maravilla que es el arte para la humanidad, en el regalo de Dios que son las letras y las historias que necesitamos contarnos para seguir adelante sin perder la alegría. Y ahora creo que voy a volver a regalármela: eso sí, antes me compraré una bolsa de pochoclos. ¿Me acompañan?
Video & Fotografía – Juan Abel Elías
VIOLETA HERRERO 