Un regalo

Siempre dije que esta novela me fue dictada. Al menos, el viernes 5 de diciembre de 2003 una voz inmaterial entró por mi mollera, susurrando “la fuente de oro” y mostrándome una imagen que duró tres segundos y me generó la introducción de la obra. La escribí en el acto y de allí recién la retomé en las vacaciones de julio de 2004. Luego, siguiendo una vieja costumbre mía, la dejé dormir en un cajón. Hasta 2009, en que se publicó.

Sus primeros lectores -gente joven- la encontraron encantadora, espiritual, luminosa. Otros, que la leyeron después, la encontraron demasiado fina, simplemente bonita o necesitada de una poda que quitara lo que recuerda que fue escrita por una argentina. El nombre de la novela me había sido dictado por aquella voz, así que una amiga mía muy competente, la profesora Lilila Vargas Orellana, rastreó la literatura universal para descartar que ya existiera otra fuente de oro.

Esta Fuente tiene personajes extraños, a veces surrealistas, aparentemente no terrestres… Por eso y por el mensaje que transmite, un día tuve la peregrina idea de llevarla al cine y combinar los humanos con cartoon… o como se diga. Poniendo manos a la obra, me contacté con una guionista de Buenos Aires, quien primero la leyó y me dijo que estaba muy bien escrita y era perfectamente guionable. Cuando le pedí que lo hiciera, sorprendida me explicó que primero necesitaba un productor y un director de cine, por lo cual dicho sueño quedó archivado y volví a mis expedientes de entonces.

Es así que decido ofrecerla como texto descargable gratuito, con toda su carga de frustración y el deseo de que alguien, sin tanta historia, pueda disfrutarla. Tal vez los seres que me la dictaron sean interesantes de leer.


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