Día de la Poesía

En homenaje a la Poesía

 y a mis hijos,

quienes en su infancia

me llenaron siempre de poesía.

Era la casa llena de niños y de niñas,
los propios, los ajenos que del barrio venían
y jugaban a todo, jugaban y reían.
A veces los extraño… Se fueron con la vida.

Una tocaba el piano; el otro, la guitarra,
y el tercero, muy joven, amó la batería.
Yo corría de un lado para el otro, creando
acciones, pensamientos, sueños de la familia.

El tiempo, cual capullos de luz y de ternura
los metió en mis costillas, apretados y buenos…
De nuevo mi añoranza se impregna de dulzura.

Todos volaron lejos tras llenarme la vida.
Hoy, veintiuno de marzo, estoy sola contigo,
viviendo de la Esencia que nos une, Poesía.

SEMILLAS DE POESÍA

Se ha creído siempre que la poesía consiste en una lista de versos puestos uno bajo otro, más o menos rimados, más o menos respetuosos de la métrica. Éstos serían los poemas y, si bien es cierto que pueden ser rimados o no, lo importante para que sean considerados tales es su musicalidad. Ello permite el uso de distintas métricas, iguales o no en cada uno, o sus combinaciones. Para mí, la música que emana del poema lo define, justamente, como poesía.

Pero, además, la poesía rebasa las simples líneas escritas o recitadas, envuelve la totalidad de la vida, por lo que me parece que todo lo creado y todos los creados, de alguna manera, somos y hacemos poesía con nuestras existencias. Con la posibilidad de que sean luminosas o no, alegres o tristes, tranquilas o salvajes.

A medida que construimos un camino -ése que sólo se hace al andar-, vamos sembrando semillas de poesía alrededor. Semillas de amor, de bondad, de alegría, a veces de tristeza o incomprensión, aunque así es la vida. Deberíamos dejar de lado los pensamientos y sentimientos mezquinos, para inventar y recrear constantemente en el ambiente que nos rodea, la dichosa luz de nuestra poesía, la sencillez bondadosa en nuestros pasos, para que aquellos que aún no han comprendido estas ideas, puedan hacerlo y caminar ligeros por la vida, ligeros de equipajes dolorosos y pesados, tomando en sus manos las dulces flores de los versos que podrían escribir.

Yo veo, a mi paso, los hermosos versos de Jesús, mi Hermano del cielo, y encuentro su sonrisa y, algunas veces, sus lágrimas. Entonces, siento en mi corazón que la poesía es mucho más que amontonar versos métricamente perfectos y exquisitamente rimados. Busco, al contrario, rimar con la dulzura de Dios, que está al alcance de todos y huele a poesía…

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