Adiós a Lidia Inés

ÚLTIMAS PALABRAS

A Lidia Inés Palacios

Acaban de decirme
que ya partiste. Ríos
de lágrimas rebeldes
decidieron trayectos por mi cara.
Y te imagino en rumbo hacia tu cielo,
allí donde verseabas,
allí donde tus alas al viento interpelaban
y a la arena y las piedras del camino trazado.
Te imagino sintiendo, dibujando, escribiendo
tus eternos poemas con delicadas manos
sabiendo que en el Cielo
un día no lejano,
dulce amiga poeta, habremos de encontrarnos…

Este poema entre triste y esperanzado lo escribí manoteando abundantes lágrimas. El 22 de febrero pasado partió hacia el Padre mi amiga, la inmensa poeta de San Antonio de Areco (Argentina), Lidia Inés Palacios, Cuca para sus afectos.

Los últimos años la percibí muy frágil, frágil pero tan fuerte en la delicadeza infinita de su poesía, que pienso que Jesús la quiso junto a Él para que llevara a lo Alto tanta luz y tanta belleza. Estaba feliz con su último “hijo” (Entre la Tierra y el Cielo), presentado en Areco el 20 de agosto de 2023, y sí, también alternaba la nostalgia por la previa partida de sus amadas madre y hermanas, con el amor por su esposo, hija y nietas. 

Sé que Dios va a consolarnos porque morir es sólo pasar a una nueva dimensión, desde la cual, seguramente, Cuca seguirá unida a los que nos quedamos extrañándola…

Me dice Candelaria, su hija, que en su ciudad se le ofrecerá un homenaje el domingo 24 de marzo. Yo… seguiré pensando en ella, releyendo sus poesías nuevas -que con frecuencia me enviaba por whatsapp- y escuchando su voz suave en algunas melodías que también me mandaba por ese medio. 

¡Gracias, Cuca querida, por tu tiempo en esta Tierra! 


Éste es el último poema de su libro Entre la Tierra y el Cielo (2023), página 76.

CUANDO NO TENGA SOMBRA

Cuando ande sin ella 
y sea una que se fue de la tierra
voy a andar por las calles.
Y los demás sin ojos
sin saber cómo ardo
y los demás sin manos
y no podrán rozarme.
A mi voz serán sordos.
Nadie sabrá que vuelvo el perenne regreso.
Tan sólo seré un alma
mariposa incolora que volará sin pausa.
Irá por los lugares donde he sido dichosa.
Andaré en los naranjos que bordean las calles.
Estaré en los cipreses del mismo camposanto
y tejeré el pasado.
En las manos de ella que regaba los patios
que cocinaba alegre para hacernos felices
y sacaba del agua los delantales blancos.
Mi madre era la gloria habitando la casa.
Era un hada que hacía vestidos con harapos.
Era flor y herramienta.
Era lo más sentido ofreciendo el regazo.
Por eso es que mi sombra se guardará en sí misma
y volveré a mi madre para estar en sus brazos.

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