En este Tiempo Santo

Queridos familiares, amigos, adversarios, seguidores y demás personas que cada día cruzan por mi vida, algunos por segundos, otros por lapsos más prolongados; en fin, hermanos míos en Dios: en este luminoso tiempo del Adviento y próxima Navidad quiero hacerles llegar un saludo muy profundo, como corresponde al nacimiento del Niño Jesús. Lejos de negar los dolores que sufre nuestro mundo ni las inmensas dificultades que atraviesa la querida Argentina -pues sé que todo eso existe y duele-, propongo la esperanza, no lo último que se pierde sino esa virtud que puso la divinidad en nuestros corazones para los momentos bravos.

Así, sólo deseo traer a colación, para que nunca lo olvidemos (¡y vaya que somos olvidadizos!), el hecho de que Jesús fue enviado a la Tierra para recordarnos que somos hijos amadísimos de su Padre, que todos los seres humanos somos hermanos en Él, y eso es lo que debiéramos atesorar en el corazón en el tiempo de su nacimiento. Creo que en estos días es bueno entrar en el silencio interior y hacer una lista de hechos y situaciones que el año que se va nos trajo, para preguntarnos con honestidad qué deberíamos cambiar, y qué, dejar igual en el año que comienza. El corazón siempre nos responde.

Mi mensaje, hoy, es sugerir que abramos el corazón al Niño Dios, al universo, a la vida: lo fundamental es que nuestros corazones estén impregnados de esperanza y de amor. ¿Sabían que el amor y la esperanza nos devuelven la salud, la libertad, la compasión? ¡Y cuánto las necesitamos! En este deseo que es casi súplica y plegaria, incluyo a los hermanos que más están sufriendo en nuestra Tierra: refugiados, víctimas de la guerra, enfermos, prisioneros, desempleados, familias y personas abandonadas y desangeladas, niños y adolescentes necesitados de amor, jóvenes que necesitan fe…  Los abrazo desde la energía crística de mi alma. Ruego también al Niño Dios por aquellos hermanos que perdieron el rumbo de la Luz y fueron confundidos por la oscuridad, para que el Señor los recupere.

Hermanos queridos, que en esta Navidad el Divino Niño nos bendiga y llene de su Amor y su Paz.

Fotografía de Juan Abel Elías

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