PADRE, ESCUCHA MI ORACIÓN Y LLEGUE A TI MI CLAMOR

En ocasión del ataque de Hamas a Israel, S.07 de octubre de 2023

Amigas y amigos de mi corazón:

La que dice estas palabras es la simple Violeta que se sabe hija de Dios y hermana de cada miembro de la humanidad, sin distinciones. No está presente aquí la abogada ni hay juzgamiento de causas políticas, históricas ni territoriales. Confieso que no entiendo todavía (aunque lo intenté algunas veces) el conflicto de Medio Oriente, en especial el de palestinos e israelíes. Ojalá un día pueda comprender. Pero hoy, mejor dicho, desde el sábado 7 de octubre, me encuentro perpleja y horrorizada por el ataque terrorista de Hamas a Israel. Lo intuyo diferente de ataques anteriores, por su crueldad inimaginable, porque supimos de bebés degollados, mujeres violadas y torturadas, personas secuestradas, masacradas y descuartizadas. Sólo pensarlo provoca náuseas. Semejante crueldad me hizo preguntarme ya varias veces si aquellos atacantes tan crueles tienen alma. Consideren lo espantoso de mi duda, sin perjuicio de que muchas corrientes espirituales afirman que en este mundo existen muchas personas sin alma. O sea, no-personas. Siento como si me hubieran golpeado en la frente, sin posibilidad de recuperar el equilibrio ni lograr que mi mente capte lo ocurrido o le encuentre alguna lógica. Sólo puedo pensar en la violencia exacerbada, en el horror de los hechos…

Me habría gustado que más personas, sobre todo aquellas que forman la opinión de las sociedades pues vienen de la ciencia o de la política, la academia, el deporte, el empresariado, el periodismo, hubieran lanzado sus denuncias contra estas conductas sanguinarias, como llamas de fuego al aire, como gritos profundamente humanos para reportar las inequidades, la locura, la vesania.

Y además de decirlo, sin miedo porque “nada humano me es ajeno”, es necesario orar. Muchas personas tienen fe, no importa cómo llamen a su Dios (yo creo que es el mismo, aunque cada cultura lo nombre diferente). Esas personas saben positivamente que la oración, mejor si es masiva, tiene una fuerza capaz de mover montañas. Apelo a ellas para que pidan al Padre que acoja en su celestial morada a las víctimas y sostenga en un piadoso consuelo a sus deudos (amigos y familiares); para que dé luz y discernimiento a quienes deban tomar ahora las decisiones necesarias y, también (porque la venganza no es dulce y el odio engendra odio y violencia), para que ablande el corazón de quienes decidieron y ejecutaron actos tan inaceptables e inhumanos. La violencia habla de una cancelación del diálogo, de la muerte de las palabras… La oración, en cambio, es un fecundo diálogo con Dios. Oremos por la amada y ansiada paz, la cual requiere de la justicia que deriva del respeto a los sagrados derechos humanos y a la dignidad inmarcesible de los hombres, en especial los más vulnerables (niños, mujeres, ancianos, enfermos). Y en la base de todo ello, la necesidad del perdón, el difícil, escabroso e indispensable perdón.

Que Dios nos bendiga y nuestra amada Madre María cubra con el manto de su piedad a todos los habitantes de la Tierra. 

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