A los 202 años de la muerte de Martín Miguel de Güemes

EN MEMORIA DE LOS VALIENTES NORTEÑOS DE LA GUERRA DE INDEPENDENCIA ARGENTINA

Hace 202 años el prócer argentino Martín Miguel de Güemes se encontraba en una durísima agonía, al haber sido emboscado y baleado por los enemigos españoles, en la ciudad de Salta (de la que era gobernador) el 7 de junio de 1821. De hecho, fue el único general independentista argentino que perdió su vida en acción de guerra.

Obra “La Muerte de Güemes” – Técnica Óleo sobre tela. – Autor: Antonio Alice. – Época: Salta 1910. – Medidas: alto 3,00m X 4,00m. – Propietario Palacio de la Legislatura

La obra de Antonio Alice, único óleo que refleja la agonía del militar y exgobernador salteño, fue restaurado en 2022 por un equipo de especialistas y, después de seis meses de trabajo, se luce en la legislatura de la capital provincial con los tonos y los brillos originales que tenía hace más de un siglo.

Publiqué tres libros sobre el General Gaucho, como cariñosamente lo llamamos los salteños. Uno de ellos, el segundo, es un ensayo que desarrolla bastante la parte militar de aquella epopeya gloriosa, que estuvo a cargo de los gauchos norteños, liderados por el General. Un PDF de esta obra se encuentra en mi website, para ser bajado en forma gratuita, si alguien aún no lo conoce y desea penetrar su extraordinaria personalidad. Lo puedes bajar en este link.

Hace más de dos décadas escribí un poema de amor entre el héroe (de 36 años al fallecer, el día 17 de junio de 1821) y Carmencita Puch, su bellísima y excelente esposa. Mi idea era que alguien transformara dichos versos en una canción: de allí que incluyan estribillos. Pero algo sucedió y esta poesía sigue en busca de un compositor. La agrego aquí porque el amor entre ambos fue profundo y conocido por todos. Además, suele decirse que tras un gran hombre hay que buscar a la mujer.

MARTÍN MIGUEL HABLA A CARMENCITA

Carmen Puch, dulce amor, muchacha mía,
gran mujer, elocuente en tu silencio,
serás siempre el orgullo de mis días, 
oro fulgente sobre bronce recio.

Bellos ojos azules los que abrías
penetrando tu angustia el horizonte,
siempre atenta al galope que volvía
lleno de fuerza atravesando el monte.

ESTRIBILLO
Encerrada y a solas musitabas
tristes plegarias tensas por la espera.
Al saber de mi muerte te partiste:
era el sino fatal de tu existencia.
Nunca, mi bien, seremos separados,
no desesperes ya, ¡sal de mi ausencia!

Dejaste que tu vida, río manso,
se uniera para siempre con la mía:
pude escribir mi historia en tu regazo
y en él he conocido la alegría.

Cuando sendas ignotas del destino
se llevaban mis pasos por los pueblos, 
un abismo extrañante se cernía
entre tu joven cuerpo y este cuerpo.

ESTRIBILLO
Encerrada y a solas musitabas
tristes plegarias tensas por la espera.
Al saber de mi muerte te partiste:
era el sino fatal de tu existencia.
Nunca, mi bien, seremos separados,
no desesperes ya, ¡sal de mi ausencia!

(2000)

Carmencita se rompió con la muerte de su amado. Murió a los 25 años, el 3 de abril de 1822.

La segunda poesía se refiere a los gauchos (soldados y oficiales) que existían en Salta según un censo de 1818, luchando en terribles condiciones económicas para expulsar a los enemigos. Eran 6.610, con nombres y apellidos, pero, como suelen hacer los que escriben la historia oficial, los dejaron durante muchísimo tiempo olvidados. Sin ellos, Argentina no hubiera sido lo que es hoy (como configuración territorial).

ERAN SEIS MIL SEISCIENTOS DIEZ VALIENTES

Impregnado de fuego y huracanes
-pura pasión chorreando sus caballos-,
el gauchaje inscribió sobre el terruño
libertad e ilusiones a raudales.

Carga simbólica de un suelo todo
-de mujeres, de niños y varones-
llenos del sueño de una honesta patria
¡y apasionados!: fue su solo modo.

Gloria y andrajos que olvidó la historia.
Muertes y sangre que tomó la tierra.
Destrucción y dolores por la guerra,
perversidades casi sin memoria.

Crispados por el miedo nos sentimos…
Mándanos, General, a tus soldados,
sus tambores y pechos valerosos
para obtener la patria que quisimos.

Fuego y valor en albas de platino,
hambre de estómagos, de amor de patria:
tus milicias tocaron las alturas,
labrando con su sangre otro destino.

Dos siglos ha que el valle se ha callado;
las almas de los gauchos, ateridas,
y desolados tantos oficiales,
aquellos que apostaran por la vida:

Sandoval, De la Torre, los Gorriti,
Chocolate Saravia y Mollinedo,
Manuel Eduardo Arias y Refojos,
y Gabino Sardina y José Moldes,
don Jorge Vidt y Zacarías Yanci,
Sinforoso Morales, los Gallardo,
don Francisco Velarde y Luis Burela,
Francisco Puca Puca y Diego Ampuero,
Jerónimo Chanchorra y Miguel Lanza,
Benito Mendivil, Manuel Boedo,
Don Mariano Zabala y Ángel  Zerda  y…
¡todos los que desbordan de estos versos!

Hace falta que nazcan nuevos Güemes,
y otro pueblo de gauchas y de gauchos
que en la entraña del tiempo reconstruyan
cien cimientos más firmes y más fuertes.

Encarnando las almas de aquel pueblo,
vuelva a esta tierra y corra por sus valles
el sueño sudamericano: seamos
los hacedores de la Patria Grande..

(2022)




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